Blog con el ideal de ofrecer información de base (atemporal) sobre tres temáticas claves: 1) el imparable crecimiento de las energías renovables como único camino posible hacia un sistema energético sostenible 2) el ahorro y la eficiencia como parte fundamental de ese camino 3) la dificultad cada vez más actual del cambio climatico y del pico del petróleo o seguridad energética.

martes, 27 de diciembre de 2011

EL PEAK OIL EN EL CINE

Las llamaron “Las cuatro edades del siglo XXI”. Cuando nací en el año 2002, mis padres nunca escucharon nada en los medios de comunicación, sobre cómo iba a ser este siglo para toda la humanidad. De los grandes cambios que forzosamente íbamos a tener que acometer. Ningún Estado propuso un plan, o mandó advertencias de forma anticipada y preventiva. Simplemente no era políticamente correcto. Pero solo era una cuestión de tiempo que fuera evidente.

Tiempo. Aún nos quedaba tiempo a principios de siglo. Cuando cumplí los 10 años, el principal problema era la economía. Una crisis mundial que empezó en 2008, y que a cada año se acrecentaba, nos hacía temer que estábamos viviendo los peores tiempos desde la segunda guerra mundial. Y sin embargo todavía vivíamos una vida de un gran bienestar en los países desarrollados. Esta era la única vida que habían conocido mis progenitores. No puedo culparles de su falta de previsión. Yo mismo había vivido mis primeros años de vida “entre algodones”, y no era consciente de toda aquella abundancia.

Al principio decían que solo era por causa de la crisis. Que en cuanto saliéramos de esta racha económica negativa, la producción volvería a valores próximos a los del año pico del 2008. Sin embargo en 2015, el numero de barriles al día, ya había caído un 3% respecto a ese pico, y a pesar de la mucha controversia creada por algunos expertos que hablaban de un mero estancamiento coyuntural, aconteció por fin en aquello años, un despertar general del concepto “Pico del petróleo” en toda la población mundial.

Fue entonces cuando algunos idearon el término “Las cuatro edades del siglo XXI”. Simplemente se referían a los cuatro periodos de tiempo, en los que la producción petrolífera mundial, pasaría del 100% al 75%, del 75% al 50%, del 50% al 25%, y del 25% en adelante. No había especial interés en anticipar cuanto tiempo quedaba y cuando duraría cada periodo. Simplemente por fin se aceptaba el hecho de que el siglo XXI iba a ser testigo de estos cuatro intervalos, y que cada uno de ellos iba a ser más difícil que el anterior.


El primer periodo fue el más largo de todos, pero sobretodo fue, una mera anécdota en comparación con los años sumamente difíciles que vendrían después. A pesar de esto, el año en que se produjo el “despertar general”, si hubo mucha histeria. La gente empezaba a acaparar de la noche a la mañana como si se fuera acabar el mundo, en vez de simplemente reducir algo su derroche, lo cual provocaba desabastecimiento, y una enorme inflación en el precio del combustible, y esto a su vez, creaba una análoga inflación en todos los demás productos, incluidos los de necesidad básica.

Sin embargo estos problemas trajeron por si solos, una solución temporal, que poco a poco, estabilizó la alta inflación. Al costar tan caro el combustible, mes a mes, cada vez menos gente (salvo los ricos) usaba el coche, ni compraba coches nuevos, y las carreteras poco a poco, se fueron vaciando. Si creció sin embargo durante un tiempo, la compra de motocicletas de baja cilindrada como nuevo medio de transporte, que al pesar hasta diez veces menos que un coche, ahorraban mucho combustible. Otros, cambiaron hacia el uso del transporte público (hubo que duplicar los autobuses urbanos), o de la bicicleta. Y solo con estos cambios de hábito, la demanda mundial se suavizo y permaneció en equilibrio con respecto a la oferta durante un buen tiempo.

Sin embargo llego un momento en que los precios subieron demasiado, y todos los países sufrieron duramente las consecuencias. En el caso de los países emergentes, hacía tiempo que no podían permitirse pagos tan elevados con sus modestas economías, así que se estancaron de golpe. A su vez, para los países ricos adictos al petróleo, América, Canadá, y Europa, la única opción valida era decrecer forzosamente en su enorme consumo, ya que con un precio de 4€ el litro de gasóleo, mucha gente ya no podía permitirse gastar tanto dinero en calefacción y transporte. Solo a los más ricos, no les importaba pagar elevadas sumas por una energía que hasta entonces, había tenido precios de ganga.

Empezaron entonces dos años de auténticas convulsiones sociales. Ocurrieron numerosas veces acciones violentas de saqueo, consecuencia de la misma necesidad por parte de tanta gente que aquel mismo año, se había quedado sin trabajo y que no podía alimentar a su familia, pero que también era consecuencia de la ira que culpabilizaba a toda la clase dirigente de su nula previsión para este momento.

Sin embargo esta difícil situación también trajo una catarsis. Por fin se puso de moda un verdadero ahorro en casi todo, y ocurrió que en cosa de cinco años, la vista aérea de las ciudades cambió sustancialmente. Mucha gente buscaba alguna solución a las infladas facturas en calefacción y agua caliente de hasta 500€ mensuales, que al principio no había más remedio que asumir (quien podía). Frente a estos pagos desorbitados, lentamente, se fueron popularizando el uso de paneles solares térmicos, gracias a los cuales se lograba reducir esa enorme dependencia y precio: casi a la mitad en invierno, y por completo en verano. En algunos edificios hubo incluso pleitos, por la lucha del escaso espacio disponible en el tejado.

Y así fueron pasando los años del primer periodo, que no fue más que un mero ajuste. Reducir la demanda mundial de combustible un 20%, no fue excesivamente difícil. Al fin y al cabo, tuvieron que pasar 16 años desde 2008 hasta 2024, para que la demanda de petróleo retrocediese un 20% respecto al máximo. Haciendo un repaso histórico, era como volver al ano 1992, que por entonces también tenía una demanda de un 20% menor respecto al pico del 2008, y sin embargo nuestros padres que vivieron aquel antaño 1992, nos cuentan que en ningún caso se vivía de un modo distinto al del año del pico, aunque si es justo decir que India, China y Brasil demandaban por entonces, mucho menos petróleo.

En el primer periodo el sistema eléctrico funcionó muy bien, salvo los cortes puntuales típicos de corta duración, pero llegados al segundo periodo, como el gas natural seguía la misma senda de escasez y alto precio que el petróleo, hubo que imponer un autentico sistema de racionamiento telemático cada vez más restrictivo. Cada casa tenía un limitador de potencia máxima, que al principio se estableció por ley en 3000W, pero que con el tiempo fue bajando a 2000W, 1500W, 1000W, y así, hasta que llegó a un valor tan exiguo como solo 200W, es decir, lo justo imprescindible para un pequeño refrigerador sin congelador, y hasta cuatro o cinco bombillas de bajo consumo. Sin embargo, como complemento se inventaron unos cupos de potencia extra, de 1000W durante una hora, que los vecinos del mismo edificio tenían que repartirse entre todos, mediante un sistema de reserva anticipada. Por ejemplo había gente que preferían cocinar un puchero por la noche por medio de un programador (reservando ese cupo de 1kWh nocturno) ya que así le salía más barato. Claro que siempre había excepciones. Los que tenían mucho dinero, podían pagar un contrato especial carísimo, con el que podían seguir viviendo sin restricciones.

Algunos particulares fueron un poco previsores, y durante el primer periodo habían comprado algunos paneles solares fotovoltaicos para instalar inmediatamente, pero además también compraron otros tres o cuatro paneles extras que guardaron en el trastero. Llegados al segundo periodo, las fábricas de renovables todavía funcionaban a pleno rendimiento, pero al ser productos tan demandados mundialmente, su coste se había puesto por las nubes. Los paneles fotovoltaicos solían situarse, en vez del tejado, en la misma fachada, lo más lejos posible de cualquier terraza, y con una gran jaula metálica cuadrada que lo aprisionaba como una cárcel colgante. Dicha jaula reducía la producción eléctrica un 10%, pero de este modo, se limitaba el riesgo de robo, que se había incrementado muchísimo. Incluso con estas medidas algunos ladrones se las apañaban para llegar al tejado de noche, y desde allí descendían a oscuras con una cuerda de escalada, logrando su objetivo.

Aunque no era lo óptimo, muchos colocaban ahora, aquellos tres paneles fotovoltaicos guardados como “tesoros”, en un ángulo de 45º, para favorecer el rendimiento en invierno, que en estos tiempos se había convertido en una estación temida por los más ancianos (miedo de resfriarse). Por ejemplo se podían obtener en un día claro de invierno, unos 400W en las horas centrales del día, que sumados a los 200W de la casa, eran suficientes para hacer una comida a fuego muy lento (o en una olla a presión) durante esas horas de más radiación. Sin embargo estas inversiones previsoras funcionaron bien alrededor de las tres primeras décadas, tras el pico. Después, a quien se le estropeaba un inversor, tenía que tomar la difícil decisión de comprar otro nuevo, por un valor que equivalía a diez meses de trabajo. Es decir, era ya un artículo de lujo.

En realidad, para cocinar, mucha más gente recurrió a la sencilla y antigua cocina de leña, de pellets, o de hueso de aceituna, pero otra vez, la alta sobredemanda rápidamente se tradujo en un elevado precio y en una oferta insuficiente del combustible biológico. Por eso también hubo quienes por aquella época, empezaron a cocinar en plena calle o en el parque, con hornos y cocinas solares, lo cual se volvió muy pintoresco. Aunque también estaba la triste imagen de familias enteras que se habían quedado sin trabajo (y que ya alcanzaban un tercio de la población) formando largas colas para entrar en los comedores sociales.

Era una prioridad básica gastar parte del 60% de petróleo que aún se extraía (51 millones de barriles al día; una cantidad todavía considerable) para mantener la producción y el transporte de alimentos. Poco a poco, un tercio de los terrenos cultivables, habían conseguido convertirse en cultivos ecológicos, para no depender de los insumos en fertilizantes y pesticidas. Sin embargo respecto a la recolección y siembra, casi toda la agricultura aún seguía usando maquinaria agrícola, y también se continuaba usando mucho los invernaderos, ya que todo esto no suponía más que un pequeño porcentaje del consumo global del país, y aunque el gasoil ya estaba por las nubes, el Estado no escatimaba en esta partida. Los países escandinavos, que históricamente siempre recurrieron a la importación, debido a sus bajas temperaturas y escasos rayos de Sol, fueron beneficiadas por el claro avance del calentamiento global que eliminó la primera premisa, y ya podían cultivar algunas hortalizas, que nunca antes fue posible. Claro que el caso opuesto fueron países como España y Portugal donde sobretodo en las provincias del Sur, la desertización, la escasez de agua, y el incremento de temperaturas, hizo descender de forma vertiginosa la producción agrícola. El transporte de alimentos hacia las grandes urbes seguía existiendo, pero a diferencia de los miles de kilómetros que antes separaban origen y destino en la época del pico, ahora rara vez se superaban los tres cientos kilómetros, ya que lógicamente incrementaba mucho el precio de los alimentos.

Algunos países europeos, durante el primero de los cuatro periodos, hicieron decididas inversiones, y así lograron alcanzar la psicológica cifra record de la mitad de electricidad generada con renovables. Sin embargo el principal problema era la disponibilidad no asegurada, ya que estaba supeditada a la cantidad de viento, a pesar de utilizar los bombeos de agua como sistemas de almacenamiento. En los días en que no movía una brizna de aire, la Red Eléctrica, mandaba señales hacia las comunidades de usuarios restringiendo los anhelados cupos de electricidad extra. A menudo esta escasez de viento duraba varios días seguidos (por inercia del tiempo) lo cual era bastante desalentador. Lo que ya no había, eran importaciones o exportaciones entre países, ya que la electricidad se había convertido en un recurso estratégico nacional, al ser siempre escaso y gran utilidad.

Así que durante el segundo periodo, esos países que disponían de un sistema eléctrico no tan minimalista (aún con la mitad de la electricidad que antes), lógicamente su objetivo principal era seguir manteniendo en buen estado lo existente (crecer ya era un imposible), que incluye lógicamente a las infraestructuras del Sistema Eléctrico. Para ello todavía seguían utilizando helicópteros en las labores de monitorización y reparación de las redes de alta tensión, a pesar del derroche de combustible de tales operaciones.

Otro uso que todavía se seguía dando a los helicópteros, era como medio de transporte para la donación urgente de órganos (aunque solo entre ciudades no muy dispersas). Sin embargo, al llegar a una producción mundial cercana al 60% del pico, necesariamente por algún lado, había que aplicar ese gran recorte. Puesto que el transporte en coche, había prácticamente desaparecido (salvo contadas excepciones privadas) ya no existían gasolineras situadas en mitad de las carreteras. Si sobrevivían aún, las que estaban cerca de las poblaciones, y salvo los usos agrícolas, muchas veces se compraba llenando garrafas reutilizables. Los viajes entre países se habían limitado al tren, puesto que era el único medio realmente ahorrador de energía. Por supuesto, los aviones y los aeropuertos habían pasado a la historia.

Sin embargo el tiempo fue pasando, y poco a poco, año tras año, la humanidad se iba acercando hacia los dos últimos periodos. En aquel punto de tener que reducir la demanda obligatoriamente a menos de la mitad, se buscaron nuevos paliativos, pero ya no parecía que hubiese nuevas soluciones mágicas para mantener el mismo nivel de vida, y en este sentido, realmente no las hubo.

Fue entonces cuando la adaptación a una vida frugal, se volvió tremendamente difícil, a pesar que casi todo el mundo, ya había hecho grandes cambios en sus vidas, y en su mentalidad, para dejar de consumir tanto. Empezaron a escasear multitud de productos fabricados, que hasta entonces nos parecían imprescindibles como la lavadora y el frigorífico. Era un problema cíclico. Como se habían vuelto artículos muy caros, cada vez menos gente podía permitirse su adquisición, y por ello cada vez se fabricaban menos, con lo que con el tiempo la fabricación dejo de ser de gran escala, lo que volvía a encarecer aún más el producto, y vuelta a empezar.

Por entonces empezaron a fabricarse grandes frigoríficos para comunidades, con un solo motor compresor, pero con diez mini compartimentos comunicantes por aire, accesibles cada uno con su puerta con llave. Rápidamente se popularizó como “la consigna”. Este aparato era ideal para comunidades de vecinos, ya que optimizaba el precio de compra, y el consumo global. Además estaba diseñado para ser colocado en el patio de luces (a la temperatura de la calle), de tal modo que poseía un sensor, y una entrada de aire exterior, que aprovechaba en los momentos en los que la temperatura ambiental fuese inferior a 8º, para detener el compresor, e introducir aire del exterior gracias a un miniventilador interno. De esta forma durante cinco meses al año, el frigorífico apenas consumía energía. La contrapartida de tener que bajar hasta al patio de luces para poder sacar la cena, era una incomodidad “minucia” comparado con el hecho de tener que cocinar siempre en primavera, verano y otoño durante las horas centrales del día, con la cocina solar en plena calle, mientras que para la noche se reservaba la cocina que quemaba los caros pellets, o bien se comían platos fríos, como infinidad de ensaladas.

También ocurrió que algunas personas se autofabricaron bici-lavadoras, un artilugio que tras la curiosidad del primer momento en la que por imitación se crearon miles, al poco tiempo se la cogió manía, por la tediosa hora de pedaleo auto-infligido necesario para hacer la colada, aunque bien suponía un ahorro considerable, frente a la enormemente cara factura de la luz.

Sin embargo lo más curioso de esta nueva época fueron dos hechos. Uno fue la vuelta a las grandes ciudades de los animales de carga, y con ellos, el antiguo trabajo de recogedor de excrementos. No es que todo el mundo tuviera un caballo, como quien tiene un perro, sino que grandes empresas con necesidades de desplazamiento de gran cantidad de productos, y con el precio de los moto-carros por las nubes, encontraron que ésta era la alternativa ideal. El antiguo método del carruaje, aunque tenía al principio un efecto psicológico negativo, ya que parecía que volvíamos al siglo XIX, en realidad era muy efectivo.

Pero sin lugar a dudas el cambio más significativo que tuvo lugar, fue que todo el mundo iba en bicicleta, y las personas mayores que lógicamente no podían desplazarse en bici, lo hacían en bici-taxis. Era muy curioso ver como se podían parar unas quinientas bicicletas apelotonadas, detrás de un semáforo en rojo de una gran avenida. Tal era la cantidad, que todos los días había accidentes. Y si discurrías por las antiguas almendras de la ciudad, se formaban auténticos atascos debido a la estrechez de las calles, donde a veces no se podía ni avanzar ni retroceder durante largos minutos, a pesar de que el semáforo, si se ponía en verde. A los que teníamos ya bastantes años, todo esto nos recordaba mucho, a los antiguos atascos de coches que habíamos vivido a principios de siglo. Sin embargo si una persona joven veía una antigua foto repleta de coches, lo identificaba como la vergonzosa actitud del derroche de todo, y de todos.

La vida se había transformado en una nueva filosofía de vida, muy parecida a la de las gentes de principios del siglo XX. Ahora sabíamos valorar todas las cosas, hasta las más sencillas, y ya no existía ese antiguo afán por volverse rico. Lógicamente todo el mundo tenía que buscar algún medio para obtener lo necesario para vivir, pero si se conseguía eso, a partir de ahí, la gente era bastante feliz, puesto que sabía que mucha otra gente no tuvo la más mínima oportunidad.

Según pasaron los años, la cada vez más atenazante escasez, repercutió brutalmente sobre los países más pobres del mundo, donde perversamente se llevó a cabo un acaparamiento y explotación de tierras cultivables, es pos de la especulación de los alimentos y la exportación hacia países ricos. Esto supuso un auténtico genocidio por hambre, de más de mil millones de personas. Solo mucho tiempo después, estos hechos execrables, fueron verdaderamente reconocidos.



Así que este era más o menos, el marco que antecede a esta historia. Hoy el calendario marca el año 2058. Los cambios que hemos tenido que experimentar han sido duros. Pero el principal problema en realidad fue, nuestra inercia mental a querer continuar viviendo como hasta hace solo 50 años.

Ahora por fin al menos, hemos comprendido que la vida sin combustibles fósiles, no solo es posible, sino que así ha sido, durante toda la historia de la humanidad. Personas memorables, que nos han dejado su legado magnifico, tales como Mozart, Leonardo da Vinci, Newton, Cervantes o Shakespeare vivieron su vida sin darle más importancia a su consumo energético, que a su genial ocupación, siempre y cuando, en sus vidas tuvieran cubierto, lo que ahora llamamos “los tres mínimos”:

1) tener garantizado alimentación y agua
2) poder cocinar
3) calor en invierno

Solo estas tres cosas, y la vida puede ser maravillosa.





La narrativa que acabo de hacer es un mero boceto personal, a modo guión de película en retrospectiva flashback, que nos cuenta detalles de una perspectiva imaginada sobre el futuro seguro de la humanidad, que aunque intercala duros momentos, termina en un halo de esperanza tras el difícil cambio de mentalidad.

El único enlace referido sobre el acaparamiento de tierras, es lo único no imaginado, sino que tiene toda la intención de denuncia, frente a unos acontecimientos actuales, que esperemos que cambien en el futuro (o será de lo peor que habrá hecho el ser humano).

Pareciera que estamos hablando de una época tan lejana, que todavía no hay necesidad de preocuparse. Es cierto que antes de que lleguemos por ejemplo a ese 60%, puedan pasar seguramente entre dos y tres décadas, pero no es el “cuanto tiempo nos queda” por lo que debemos preocuparnos. Debemos hacerlo, porque eligiendo cualquier persona que haya nacido en este milenio, es seguro que conocerá las 4 épocas referidas.

Julio Verne tenía la increíble capacidad para predecir acontecimientos futuros, y de vislumbrar inventos inexistentes. Quizás, su obra más futurista (y por ello la más difícil de predecir) es “Paris en el siglo XX”, obra que fue rechazada por su editor por ser demasiado pesimista, y que el autor guardo en una caja fuerte que quedó olvidada durante ciento treinta años, hasta que fue encontrada y publicada en 1994. En esta obra Verne logró predecir que existirían: automóviles movidos por motores de gasolina de combustión interna, trenes de alta velocidad, calculadoras, Internet (una red «telegráfica» mundial), y la silla eléctrica. Todo un alarde de imaginación.

Intentar imaginar como será la vida en un estadio avanzado del cenit del petróleo, es actualmente algo completamente libre, y carente de profecía. Cualquiera puede dar su opinión personal, por muy disparatada que parezca, que hasta dentro de 50 años, nadie podrá confirmarla, ni desmentirla, y sin embargo si es seguro que antes o después, no habrá casi petróleo. Existen infinidad de libros y documentales, basados en entrevistas a científicos y expertos, en base a los cuales se podría seguir añadiendo más detalles a este escenario hipotético que hemos imaginado.

Pero aparte de los muchos documentales, ¿existen películas de ficción que describan el concepto peak oil, y en donde aparezca la famosa campana? Que yo sepa, hasta la fecha ninguna ha realizado tal primicia. Ninguna película ha querido mostrarlo explícitamente, pero sin embargo, si existen varias películas que traten esta temática en un segundo plano. Tras una ardua labor de documentación, he creado un video recopilatorio de pequeños cortes de películas de ficción, resultando un video-muestra de una temática de cine casi inexistente, y que da sentido al título de este post.

Tampoco he encontrado en Internet ningún artículo (si alguien puede rectificarme se lo agradecería) que realice algún análisis, sobre cómo ha ido tratando el cine, la futura escasez del petróleo. Tan solo he podido localizar, alguna que otra lista de documentales sobre el peak oil, junto algunos filmes de ficción.

La verdad, es que tuvimos suerte de que en los años 70, los países árabes nos obligaran a vivir un simulacro del cenit del petróleo mundial, ya que esta vivencia histórica, hizo ver al mundo cuan dependientes somos de la energía, y en particular de este negro líquido formado hace millones de años. Seguramente, de no haber acontecido aquel desabastecimiento mundial, hoy en día, el concepto del pico del petróleo, sería tomado, todavía con más escepticismo, y lo que es peor, también sería mucho más desconocido.

A consecuencia de aquellas restricciones reales, la “fábrica de sueños” (que no de pesadillas) se rindió ante la evidencia, y algunos guiones trataron esta temática aunque fuera de fondo (a veces ni se menciona la palabra petróleo, aunque está intrínseco en la trama) y llegaron a convertirse en películas ciertamente imaginativas, pero basadas en las restricciones reales que se vivieron en aquellos ya antiguos años. Años que fueron prontamente olvidados.

El cine de ficción tiene el logro de ser un buen catalizador, sobre las historias que nos cuentan, incluso mucho más que los documentales, ya que éstos aunque son serios, nada imaginativos, y basados en datos o entrevistas, una gran parte de la población simplemente no los ven, porque les parecen aburridos.

Tomen asiento y palomitas. Espero que les guste, y espero que sea visto por aquellos que todavía piensan, que la escasez de petróleo no será un problema, porque vendrá “algo” después, para que al menos empiecen a cuestionárselo:







Y en inglés con subtitulos:






Por si quieres ver completa, alguna de estas películas:



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Y si quieres seguir imaginando (o previendo), he aquí otra visión retrospectiva que está firmada nada menos que por Rob Hopkins (el padre de las “ciudades en transición”), y una producción de la BBC y Discovery Channel, a caballo entre documental, y serie de entretenimiento.

Una visión para 2030: La transición en retrospectiva

http://www.youtube.com/watch?v=TJAWr161kjw




Y para tomárnoslo con un poco de sano humor, Alfalfalinera de Jose Mota. No os lo perdáis.



lunes, 26 de diciembre de 2011

NUESTRO VENENO COTIDIANO

Hace un siglo, Frank Cole necesito tres años para demostrar tan solo con lápiz y papel, que 2^67-1 no es primo. En 1903 logró la descomposición 2^67-1 = 193707721 *
761838257287

Hoy en día, cualquier ordenador casero, no tardaría casi nada en hacer dicha descomposición, pero eso no quita que el problema de la factorización de números enteros, siga siendo una operación que requiera un enorme número (exponencial) de pasos a realizar, y que gracias a ello existan algoritmos de cifrado seguro como RSA.

Los algoritmos son clasificados según su complejidad en dos categorías: Problemas P, aquellos que pueden ser resueltos en un tiempo polinómico respecto a un tamaño de datos n, y problemas NP como aquellos que no pueden ser resueltos en un tiempo polinómico, sino exponencial de n (la definición exacta es más compleja).

En el ejemplo anterior, donde A * B = C, si lo que conoces es A y B, comprobar la igualdad hacia C es un trabajo sencillo (polinómico respecto a la magnitud de A y B), pero si lo que conoces es C, entonces descubrir A y B es trabajo muy difícil (que lleva un tiempo exponencial respecto al tamaño de C).

Cole tuvo mucha suerte de que 2^67-1 fuese descomponible en dos factores, porque de no haber sido así, aunque hubiese dedicado toda su vida a ello, pero solo tendría miles y miles de papeles escritos a lápiz, que no demostrarían nada sobre si el número en cuestión era divisible, o no lo era.



Me he permitido esta licencia informática (que es mi gremio) para empezar esta entrada, ya tiene un fuerte paralelismo con el siguiente ejemplo.

Para saber que el agente naranja, es un producto tremendamente dañino para cualquier forma de vida (y no solo como defoliante), puedes buscar las duras imágenes de niños vietnamitas en Google Imagenes, o bien puedes consultar la descripción toxicológica de la wikipedia en Ingles sobre el agente naranja, que claramente habla de carcinógeno humano. La definición en la wikipedia en Español, parece un panfleto de inocuidad, para el que no es difícil de imaginar su procedencia, menos aún cuando han clonado el mismo exiguo contenido en Facebook, y cuando alguien identificado como Retama (curiosamente un usuario retirado de wikipedia) redujo las contribuciones de otros a la descaradamente panfletaria versión original.

Estamos hablando de una manipulación-ocultación fácil de detectar.


http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Agente_Naranja&action=historysubmit&diff=41153065&oldid=40830706

Ahora bien, pongamos el caso de un familiar o un amigo, que no fuma, que come medianamente bien, que hace deporte de forma regular, y que en definitiva lleva una vida bastante normal, pero que de pronto le diagnostican un cáncer. Éste querrá saber cual ha sido la principal causa de su génesis, ya que él no hizo nada que la medicina haya advertido como desaconsejable, pero no encontrará fácilmente una respuesta. Averiguar esta incógnita, es tan difícil como el problema de factorizar un número (buscar desde la resultante, el origen). Uno puede consultar la legislación actual sobre sustancias químicas que son reconocidas como carcinógenas, pero esto es tan solo, poner la primera ficha en un rompecabezas de mil.


El anterior es un ejemplo de que (cómo en todos los ámbitos) existen tareas “algo difíciles de realizar” y también existen tareas “muy, pero que muy difíciles de realizar”.

Cuando Marie Monique Robin, estuvo durante tres años siguiendo el rastro de MONSANTO por todo el mundo, logro un excelente nivel como periodismo de investigación, pero incluso si su trabajo hubiera sido mediocre, hubiera dado igualmente en la diana, ya que resulta que no hay un solo producto fabricado por esta multinacional, que no haya creado contaminación grave, o problemas de salud, u otros problemas diversos a sus usuarios.

Sin embargo una investigación tremendamente más difícil, es querer averiguar si existe una causa primordial, del por qué de las zonas rojas respecto a la siguiente gráfica, que indica la incidencia de cáncer de mama por países del mundo:


http://www.news-medical.net/health/Breast-Cancer-Epidemiology.aspx

Dichas zonas rojas, coinciden con los países más desarrollados y con el estilo de vida de “cultura occidental”. Pero ¿que es más determinante? ¿la gordura? ¿el consumo de alcohol? ¿el tabaquismo? ¿la exposición a los anticonceptivos orales? ¿el hecho de tener pocos hijos? Nótese que casi todas las preguntas anteriores están relacionadas con la vía oral, que es de las distintas formas de contacto (otras son, por la piel, o por vía aérea) con sustancias químicas, la más intrusiva para el cuerpo humano. Así que quizás la última pregunta puede que sea la más importante: ¿cuánto ha influido en cada cáncer, los componentes químicos de la alimentación actual, ya sean restos de pesticidas, o de aditivos alimenticios permitidos, supuestamente inocuos si son ingeridos en una cantidad diaria recomendada? ¿Existe un efecto a largo plazo difícil de verificar? ¿Existe el llamado efecto “cocktail” no estudiado, al mezclar diferentes aditivos? Sencillas preguntas, pero difíciles respuestas.



Pues bien. En esta difícil tarea, es la que se ha embarcó en los últimos dos años, la periodista Marie Monique, cuyo resultado es su nuevo libro (aun no traducido al español) y documental del mismo título “Nuestro veneno cotidiano”.




Se que ante todo esto, surge la manida frase “de algo hay que morir”, como si hubiera que defender a priori el estilo de vida actual. No tenemos ni idea de casi nada, y sin embargo nos negamos simplemente a querer saber, o a cuestionarnos el origen del incremento generalizado de cánceres y de otras enfermedades como la diabetes o el parkinson. Existen unas 100.000 sustancias químicas con las que convivimos a diario, y el 95% de ellas están sin regular. Pero casi todo el mundo lo desconoce, y considera ultra-ecologista, poner en duda, que la salud está medianamente a salvo, porque si que es cierto que existen estrictos controles sanitarios respecto a la comida (conforme a la legislación vigente). Así vivimos todos tranquilamente (y me incluyo), hasta que alguien muy cercano, sin saber por qué, le aparece una alergia que nunca tuvo, o mucho peor, descubre que tiene otra enfermedad signo de tantas sustancias químicas introducidas por el hombre en los últimos 100 años, que nunca estuvieron presentes en la naturaleza.





Esta entrada así como la anterior, son un inciso en el objetivo de este de blog (las renovables) pero he creído interesante recomendar la visualización de este documental (que está disponible con subtítulos en español, y que puedes ver al final del post) ya que mucho más importantes que nuestra disponibilidad energética, son nuestra alimentación, nuestra agua, y nuestra salud.

El documental hace un recorrido muy amplio, pero hay dos productos más ampliamente investigados, donde se ve una clara muestra de fallo o quiebra del sistema de seguridad alimenticia, no ya por error, sino por pura negación del juramento hipocrático: “Por encima de todo, no hacer daño”:

1) Uno de ellos es, el Bisfenol-A, un perturbador endocrino, que está presente en el plástico interno que recubre las latas de alimentos, además de en los plásticos con numeración 3 y 7, y que entre otras cosas, está asociado al cáncer de mama y de testículos, y afecta a la cantidad y movilidad del esperma.


http://www.endocrinedisruption.com/endocrine.bisphenol.graphs.php

Urine bisphenol-A (BPA) level in relation to semen quality

2) El otro es el Aspartame o E-951 (número críptico que podrás ver todo tipo de refrescos sin azucar, y en casi todos los productos light como los chicles “sin”), que es tres veces más barato de fabricar que el azucar. El documental cuenta como para esta sustancia se da la “peculiaridad” del 100%. De los 174 estudios científicos realizados sobre esta sustancia, el 100% de aquellos estudios realizados por científicos de la propia industria aseguran no haber observados ningún problema, y al mismo tiempo, el 100% de los estudios realizados por científicos independientes, concluyen que esta sustancia causa diferentes enfermedades, entre ellos, que induce glioblastomas (tumores cerebrales).

Este artículo lo resume muy bien en una frase: “¿Que hacer? La decisión es tuya. Puedes creer a la industria, o no.”

El Aspartame es un veneno legalizado. Aunque se que estas palabras suenan exageración, se ha de decir así, porque es así. Recientemente (la OMS lo hizo en 2004) el Instituto Nacional de Salud de EE.UU. ha incluido en su lista de carcinógenos al formaldehído, una sustancia utilizada entre otras cosas en la fabricación de maderas conglomeradas. Pues bien, resulta que uno de los tres componentes químicos del Aspartame, es el metanol, que dentro del cuerpo (sin presencia de su antídoto natural, el etanol) se metaboliza transformándose en formaldehído.

Además de metanol (10%), la molécula del Aspartame, está formado por dos aminoácidos: la fenilalanina (50%) y el ácido aspartico (40%). Los enlaces que unen a estos tres subcomponentes químicos son muy débiles, y se rompen tras un largo tiempo de almacenamiento, o al elevar la temperatura por encima de los 30ºC (el cuerpo humano está 6ºC por encima). La Fenilalanina se descompone en una sustancia llamada diketopiperazina (DKP) un agente de tumores cerebrales, y el ácido aspártico que es otro cancerígeno. Es decir cada sorbo de este endulcorante, es un sorbo de tres venenos con efectos acumulativos a lo largo de la vida.

El caso del Aspartame es especialmente rocambolesco, porque sus efectos están documentados por los propios informes de la FDA. En 1995 la agencia fue obligada, bajo el Acta de la Libertad de Información, a revelar una lista de noventa y dos síntomas causadas por el aspartame, lista informada por miles de víctimas. Y ésta es sólo la punta del iceberg que H. J. Roberts, MD, publicara en el texto médico “Aspartame Disease: An ignored epidemic” — 1,000 páginas de síntomas y enfermedades activadas por esta neurotoxina incluyendo la sórdida historia de su aprobación.


http://www.dorway.com/92symptomsfotocopy.html


Si quieres un resumen histórico, y el por qué esta sustancia permanece aún declarada como segura, léete alguno de los siguientes enlaces.

http://www.mpwhi.com/ecologist_september_2005.pdf

http://dorway.com/the-sum-of-it-all

Esta última web, es la más completa fuente de información sobre el Aspartame (y relacionados) que he encontrado:

http://dorway.com/aspartame-the-bad-news-repost/aspartame-the-toxic-sludge

http://dorway.com/aspartame-the-bad-news-repost/aspartame-the-toxic-sludge/not-just-another-scare-toxin-additives-in-your-food-and-drink

http://dorway.com/everyday-toxins-all-parents-need-about



No obstante, no todo son malas noticias. Recordemos de nuevo a nuestro amigo que hipotéticamente le acaban de detectar un cáncer. Le podemos recomendar la siguiente interesante información preventiva, al menos para evitar lo mismo en el futuro, en él y en su familia (suponiendo que haya un factor genético).

Marie Monique realiza en el documental muchas entrevistas a muchos científicos, y una de ellas fue con el investigador canadiense del cáncer, Richard Béliveau, quien afirma haber verificado que tras alimentar a un ratón con un tumor inducido, con una dieta compuesta por una lista de vegetales, se logró reducir claramente (que no eliminar) el tamaño del tumor. Es decir, que ciertos alimentos, son poderosos anticancerígenos, quizás no curativos, pero si preventivos.


La herencia explica sólo una pequeña proporción de todos los cánceres - menos del 15%. Teniendo en cuenta que el 75% de los cánceres se pueden prevenir a través de cambios de estilo de vida, cada vez es más importante centrarse en el descubrimiento de nuevos medios de reducir la incidencia de cáncer en la población.

De acuerdo con los hallazgos más recientes del Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer, publicado en 2007, se estima que el 30% de todos los cánceres están directamente relacionados con los hábitos alimentarios y que esta proporción puede ser de hasta un 70% en el caso del cáncer del tracto gastrointestinal sistema (esófago, estómago y colon). Entre los alimentos que tienen el mayor impacto en el desarrollo del cáncer, son las frutas y las verduras para los que se ha demostrado por numerosos estudios epidemiológicos su poder de disminuir significativamente el riesgo de desarrollar la enfermedad. En estudios clínicos, las personas que consumían la menor cantidad de frutas y verduras, tenían aproximadamente el doble de probabilidades de desarrollar ciertas formas de cáncer, en comparación con los individuos que consumían más frutas y verduras.


http://www.richardbeliveau.org/en/cancer-prevention.html?showall=1


He aquí la imagen con los distintos alimentos probados. He traducido a continuación al español la mitad de ellos (los que son más poderosos preventivos, en la parte derecha de la imagen) y que culminan en el ajo.



...
nabo
fresa
apio
espárragos
col lombarda
judía verde
cebolla
col rizada
diente de león verde
espinacas
diente de león rojo
coliflor
brócoli
Borecole
cebollines
col
arándano agrio
remolacha
puerro
coles de Bruselas
ajo






Les dejo con el documental “Nuestro veneno cotidiano”: